Los vuelos baratos, hasta fines del siglo pasado, estaban lejos de ser una posibilidad. Porque incluso, hace apenas algo más de cien años, ni siquiera pagando lo que fuera necesario se podía volar. En la actualidad los aviones son un medio de transporte casi tan masivo como los demás, y sus servicios, gracias a compañías como BestDay son cada vez más accesibles.
Las posibilidades que ofrecen las compañías aéreas se vuelven día a día más tentadoras. Las empresas proliferan y se multiplican, y es conocido que cuanta más alta es la competencia entre compañías, más bajos se vuelven los costos de los paquetes para los usuarios, volviendo una realidad la antigua quimera de los vuelos baratos.
Bestday garantiza posibilidades adaptadas a las diferentes necesidades de los usuarios, permitiendo planes de pago, de acuerdo al convenio con cada uno de los importantes bancos asociados, de hasta 24 cuotas sin intereses. Afortunados nosotros en relación a los vuelos. Pero detrás de toda conquista, claro, hay siempre una historia para contar. Veamos cómo fue que la mitológica idea de ser un pájaro pudo volverse realidad.
¿Vuelos baratos?
Volar fue siempre el gran sueño de la humanidad. El deseo se remonta a tiempos inmemoriales y hay registros históricos en la mitología griega que lo certifican, como la conocida leyenda de Ícaro. Tratando de huir de la isla de Creta, el arquitecto Dédalo construyó para él y su hijo Ícaro unas alas hechas con plumas de aves y cera. El objetivo era volar hasta otras tierras.
Dédalo advirtió al joven Ícaro los peligros de volar demasiado cerca del agua, y los de volar demasiado cerca del sol. Pero el joven no resistió la tentación de seguir ascendiendo. Entonces la cera de sus alas se derritió, y una de las experiencias más remotas del imaginario social en relación a la posibilidad de volar se convirtió también en un ejemplo de la forma más costosa de pagar ese placer.
Conocemos en la actualidad diversos medios que, emulando las alas de los pájaros, nos permiten de algún modo reproducir la sensación de volar. Y no morir en el intento. Paramotor, parapente, ala delta, paracaidismo, y la lista podría continuar. Pero se trata apenas de deportes extremos, experiencias intensas que excluyen la posibilidad de transportarnos a tierras lejanas. Por suerte, para eso existe el avión.
Los intentos iniciales
Tal vez el registro más antiguo de la fantasía de construir un avión sea el del dibujo que hizo Leonardo Da Vinci en el siglo XV. Una bonita idea, de la que no quedaron evidencias de que se haya vuelto material, y mucho menos levantado vuelo.
El primer vuelvo exitoso de un objeto se llevó a cabo en 1783, pero no fue un avión: se trató de un globo de papel construido por los hermanos Montgolfier y puesto efectivamente en el aire por FrancoisRozier y el marqués Arlandes. Quizás, más que la antesala del avión, sea el antecedente de lo que hoy conocemos con el nombre de “dron”.
El primer vuelvo en un planerador sin motor fue registrado en 1883, y fue comandado por Joseph Montgomery, Otto Lilienthal, PercyPilcher y OctaveChanute. Fue Sir George Cayley quien sentó las bases de la aerodinámica, con el diseño de un dispositivo capaz de volar y sostenerse en el aire. Experiencias de prototipos de ese tipo fueron registradas desde 1803, hasta la creación incluso de un planeador con capacidad de llevar pasajeros en 1853.
Aunque importantes y necesarias, estas experiencias iniciales no alcanzaban todavía el concepto de lo que hoy conocemos por un avión. Pero fue a partir de ellas que se produjeron las mejoras que pudieron derivar en su fabricación efectiva.
Los primeros aviones
El Éole, del francés ClémenrAder, es considerado como el primer avión autopropulsado de la historia en funcionar. Entre despegue y aterrizaje, el avión consiguió un recorrido de 50 metros. Ocurrió el 9 de octubre de 1890, y desde entonces se toma a ese día como la fecha oficial del nacimiento de la aviación en Europa.
Por su parte, Estados Unidos también realizó un aporte importante. El 17 de diciembre de 1903, los hermanos Wildbur y Oliver Wright consiguieron un despegue tripulado con una duración de 12 segundos, alcanzando un recorrido de casi 37 metros.
Tres años después, en las afueras de París, el brasileño Alberto Santos Dumont se convirtió en la primera persona en realizar un vuelo en un avión autopropulsado. Bajo la supervisión de especialistas, periodistas y testigos, realizó un circuito que lo trasladó durante un recorrido de 60 metros, a una altura de tres metros del suelo. ¿No parece irreal que estos significativos logros -y en apariencia lejanos-hayan sucedido hace tan poco tiempo?
Un desarrollo cada vez más eficaz
La llegada de las guerras mundiales fue un gran acelerador para los avances técnicos de la aviación. Dominar el aire era entonces una necesidad estratégica. Para 1914, los aviones llegaban a velocidades no superiores a los 100 kilómetros por hora. Pero sobre el fin de la Primera Guerra, en 1918, los límites de velocidad habían ascendido a los 230 kilómetros por hora.
Evitando profundizar en detalles técnicos, vemos que dominar las alturas no sólo fue una fantasía y un deseo desde tiempos remotos, sino también una necesidad que otros factores comenzaron a potenciar. La humanidad tardó miles de años en lograr el primer dispositivo capaz de volar, pero una vez instalado, y a fuerza de elementos poco felices, como los requerimientos bélicos, fue vertiginoso el proceso que logró su masificación.
Lo cierto es que a poco de haber entrado en el siglo XXI, los aviones se transformaron velozmente en un medio de transporte seguro, de acceso posible para los consumidores, y los vuelos baratos son en la actualidad una realidad que podemos disfrutar.
Las posibilidades que ofrecen las compañías aéreas se vuelven día a día más tentadoras. Las empresas proliferan y se multiplican, y es conocido que cuanta más alta es la competencia entre compañías, más bajos se vuelven los costos de los paquetes para los usuarios, volviendo una realidad la antigua quimera de los vuelos baratos.
Bestday garantiza posibilidades adaptadas a las diferentes necesidades de los usuarios, permitiendo planes de pago, de acuerdo al convenio con cada uno de los importantes bancos asociados, de hasta 24 cuotas sin intereses. Afortunados nosotros en relación a los vuelos. Pero detrás de toda conquista, claro, hay siempre una historia para contar. Veamos cómo fue que la mitológica idea de ser un pájaro pudo volverse realidad.
¿Vuelos baratos?
Volar fue siempre el gran sueño de la humanidad. El deseo se remonta a tiempos inmemoriales y hay registros históricos en la mitología griega que lo certifican, como la conocida leyenda de Ícaro. Tratando de huir de la isla de Creta, el arquitecto Dédalo construyó para él y su hijo Ícaro unas alas hechas con plumas de aves y cera. El objetivo era volar hasta otras tierras.
Dédalo advirtió al joven Ícaro los peligros de volar demasiado cerca del agua, y los de volar demasiado cerca del sol. Pero el joven no resistió la tentación de seguir ascendiendo. Entonces la cera de sus alas se derritió, y una de las experiencias más remotas del imaginario social en relación a la posibilidad de volar se convirtió también en un ejemplo de la forma más costosa de pagar ese placer.
Conocemos en la actualidad diversos medios que, emulando las alas de los pájaros, nos permiten de algún modo reproducir la sensación de volar. Y no morir en el intento. Paramotor, parapente, ala delta, paracaidismo, y la lista podría continuar. Pero se trata apenas de deportes extremos, experiencias intensas que excluyen la posibilidad de transportarnos a tierras lejanas. Por suerte, para eso existe el avión.
Los intentos iniciales
Tal vez el registro más antiguo de la fantasía de construir un avión sea el del dibujo que hizo Leonardo Da Vinci en el siglo XV. Una bonita idea, de la que no quedaron evidencias de que se haya vuelto material, y mucho menos levantado vuelo.
El primer vuelvo exitoso de un objeto se llevó a cabo en 1783, pero no fue un avión: se trató de un globo de papel construido por los hermanos Montgolfier y puesto efectivamente en el aire por FrancoisRozier y el marqués Arlandes. Quizás, más que la antesala del avión, sea el antecedente de lo que hoy conocemos con el nombre de “dron”.
El primer vuelvo en un planerador sin motor fue registrado en 1883, y fue comandado por Joseph Montgomery, Otto Lilienthal, PercyPilcher y OctaveChanute. Fue Sir George Cayley quien sentó las bases de la aerodinámica, con el diseño de un dispositivo capaz de volar y sostenerse en el aire. Experiencias de prototipos de ese tipo fueron registradas desde 1803, hasta la creación incluso de un planeador con capacidad de llevar pasajeros en 1853.
Aunque importantes y necesarias, estas experiencias iniciales no alcanzaban todavía el concepto de lo que hoy conocemos por un avión. Pero fue a partir de ellas que se produjeron las mejoras que pudieron derivar en su fabricación efectiva.
Los primeros aviones
El Éole, del francés ClémenrAder, es considerado como el primer avión autopropulsado de la historia en funcionar. Entre despegue y aterrizaje, el avión consiguió un recorrido de 50 metros. Ocurrió el 9 de octubre de 1890, y desde entonces se toma a ese día como la fecha oficial del nacimiento de la aviación en Europa.
Por su parte, Estados Unidos también realizó un aporte importante. El 17 de diciembre de 1903, los hermanos Wildbur y Oliver Wright consiguieron un despegue tripulado con una duración de 12 segundos, alcanzando un recorrido de casi 37 metros.
Tres años después, en las afueras de París, el brasileño Alberto Santos Dumont se convirtió en la primera persona en realizar un vuelo en un avión autopropulsado. Bajo la supervisión de especialistas, periodistas y testigos, realizó un circuito que lo trasladó durante un recorrido de 60 metros, a una altura de tres metros del suelo. ¿No parece irreal que estos significativos logros -y en apariencia lejanos-hayan sucedido hace tan poco tiempo?
Un desarrollo cada vez más eficaz
La llegada de las guerras mundiales fue un gran acelerador para los avances técnicos de la aviación. Dominar el aire era entonces una necesidad estratégica. Para 1914, los aviones llegaban a velocidades no superiores a los 100 kilómetros por hora. Pero sobre el fin de la Primera Guerra, en 1918, los límites de velocidad habían ascendido a los 230 kilómetros por hora.
Evitando profundizar en detalles técnicos, vemos que dominar las alturas no sólo fue una fantasía y un deseo desde tiempos remotos, sino también una necesidad que otros factores comenzaron a potenciar. La humanidad tardó miles de años en lograr el primer dispositivo capaz de volar, pero una vez instalado, y a fuerza de elementos poco felices, como los requerimientos bélicos, fue vertiginoso el proceso que logró su masificación.
Lo cierto es que a poco de haber entrado en el siglo XXI, los aviones se transformaron velozmente en un medio de transporte seguro, de acceso posible para los consumidores, y los vuelos baratos son en la actualidad una realidad que podemos disfrutar.